miércoles, 26 de mayo de 2010

Leyendo la ciudad... El puerto de San Lázaro

“Imposible de creer que en una ciudad como la capital de la República mexicana, situada en la mesa central de la altísima cordillera de la Sierra Madre, pueda haber un puerto. Pues lo hay, muy importante y concurrido. Es el puerto de los lagos del Valle, los lagos que, en la estación de lluvias, amenazan con derramarse sobre la ciudad por falta de obras hidráulicas necesarias para contenerlas y darles salida, […]

     [En el puerto de San Lázaro]. Son las ocho de la mañana […] Las canoas trajineras que la noche anterior han salido del Puerto Depósito de Chalco comienzan a divisarse a lo largo del canal [de la Viga], y las aguas, ya por esas cercanías cenagosas con los deshechos de la ciudad, comienzan a removerse por los remos de manejados con vigor por los indios desnudos hasta la cintura, chorreándoles el sudor y respirando (¡pobre gente!) con dificultad por una fatiga de seis u ocho horas.

     Llega por fin una trajinera, después otra y otra; en fin una fila interminable, porque una balsa inmensa formada de vigas procedentes de los montes de Zoquiapan obstruye parte del canal. Los guardas detienen y ocupan las canoas para registrar la carga y cobrar los derechos de consumo. Y los dependientes de las casas de comercio comienzan también a llegar, ya a pie, ya a caballo, ya en ligeros carruajes.

     Es la hora del movimiento, de la animación, y el barrio, triste y monótono, parece que revive y se alegra por unas cuantas horas.”

Ciudad de México, 1888

Payno, Manuel,
Los bandidos del Río Frío, 
México, Editorial Porrúa, 1991, págs. 146 y148.

2 comentarios:

Itz dijo...

Se extrañana las lluvias, se adolece el sol aunque al navegante citadino le llueva por dentro y se queme por fuera.

Gilberto Fuentes Luis dijo...

Excelente, justo leí por la mañana esa parte en mi trayecto a Jamaica por la línea 4 del metro.

Saludos.