lunes, 22 de marzo de 2010

Palabras de Jorge Gabriel Ortiz Leroux para la presentación de Transeúnte 19-marzo-2010

La experiencia de la ciudad es un shock. Es una punzada que atraviesa nuestras percepciones y emociones, por lo cual conlleva también lo que apreciamos y lo que detestamos.

     Es la afectación de nuestra cotidianidad, en donde se juntan el tiempo presente y las huellas del pasado. En la ciudad, el tiempo instantáneo que vivimos se entrecruza con los procesos largos y discontinuos, siempre inquietantes. Visto de otro modo, la imagen fija que tenemos del mundo que nos rodea, condensada en momentos intensos y válidos para cada uno, se mezcla con una imagen móvil y cambiante, irrefrenable en su fluir.

     El flujo incontenido de imágenes y percepciones es testimono y huella de lo que ha ocurrido y de lo que está ocurriendo. También es reflejo de los absurdos de vivir en la ciudad, donde encontramos juntos lo más cruel y lo más noble.

     Todas las imágenes, por más excesivas o repetitivas que sean, toman siempre una forma en lo singular, en la experiencia viva y centelleante de cualquier individuo.

     Vagar y padecer la dinámica urbana es, por ejemplo, un acontecimiento que nos marca, y que en la modernidad tiene su momento crucial y relevante con la aparición de la fotografía.

     La imagen fotográfica es instante, fuga y muerte. Es aquello que pasó pero que ya no está, por lo que puede desaparecer y nunca volver o permanecer de alguna manera en nosotros.

     La foto condensa el mundo, juntando espacio y tiempo, y retando al movimiento y a lo visible en el aparente estatismo de la instantánea. La fotografía es como una herida que cada quien descubre y experimenta a su modo.

     A la ciudad como instantánea podemos agregarle la ciudad cinemática, haciendo de la experiencia urbana un fluir incontenido, discontinuo, dislocante. A veces tan crudo como para quedar desquiciado.

     ¿Cómo detenerse en lo irrefrenable y siempre móvil de casa paso, cada mirada, cada lugar, cada regreso? ¿Cómo quedarse con algo de lo visto, sin perderlo todo? ¿Cómo distinguir entre lo fijo y lo fugaz, entre lo apreciable y lo despreciable, que nos atacan sin cesar?

      La experiencia del caminante urbano que somos todos es profundamente visual, es parecida la figura del flaneur que describieran los románticos del siglo XIX. Este vagabundo urbano observa agudamente y plantéa un punto de inflexión: ¿Cómo hacer inteligibles los estímulos provenientes del mundo?

     Quizá actualmente lo importante no esté en ese afán por lo inteligible, ni en la figura del caminante por sí misma, sino en la persistencia en reflexionar sobre lo que vemos, sobre la imagen urbana externa e interna a los sujetos, lo que vemos y con lo que nos quedamos.

     Nada de lo humano nos es ajeno y por tanto es digno de ser contado, han  dicho varios. Por eso contar y dejar que las historias fluyan ó mostrar y dejar que los encuentros emerjan, es un evento plausible.

     TRANSEÚNTE cuenta y registra, permite el fluir de palabras e imágenes, de imágenes que son palabras y palabras llenas de imágenes. Transeúnte registra el instante y se plantea el más allá del instante. ¿Por qué pasa eso que pasa? ¿Porqué no hablar de ello?     

   ¿Por qué el machín del taxi, por qué las losas de asfalto incontenidas, por qué la insistencia en las rutinas que provocan naufragios, abismos y soledades, por qué las obsesiones de la vida virtualizada? O, en otro sentido, ¿por qué no usar tu inigualable jabón Rosa Venus, porqué comer lo que no te gusta, porqué pintar para no morir, porque no jugar con cada uno de nuestros mil rostros?

     La imagen y la palabra, herramientas inagotables de la cultura, son el medio y la proyección misma de lo que queremos ser. Como género, la revista hereda la tradición periodística de la prensa y recrea la literatura mediante una serie de subgéneros (ensayo, crónica, cuento corto, cómic, etc.).

     Asume su caracter de expresión de lo instantáneo pero igualmente de lo que ocurre madurado por el tiempo. En ese sentido, aunque no parezca, las revistas son tan cinematográficas como fotográficas, pues trabajan claramente con secuencias temporales.

     Si la revista difiere de la prensa diaria tradicional es por su temporalidad, por su capacidad de extenderse en las percepciones continuas y discontinuas, permitiendo así reflexionar a cada paso sobre lo que ocurre, además de dejar una huella palpable de ello, planteándose una forma particular de hacerlo y construirlo.

     Transeúnte aborda una ciudad que ya es caos. Nos muestra un conjunto de microtomas que generan correlaciones entre sí. Permite asociaciones y movimientos entre una y otra toma: Risa, llanto, placer, enojo, amargura entre un cuadro y el que le sigue.
      
     Un cúmulo de sensaciones pasan de los personajes al lector, provocando efectos móviles (en mi cabeza, en mis tripas, en el cuerpo entero) que guardan distinta velocidad, tal como se comporta el tránsito urbano. Así como los citadinos (pocas veces ciudadanos) realizamos tres cosas simultáneas pero distintas que son ver, registrar y montar, del mismo modo ocurre con Transeúnte.

     Dziga Vertov, cineasta polaco que impulsó una ola realista en la década de los años veinte de la Rusia soviética, resume así su idea de la creación: el sujeto ve, registra y monta. En esta práctica de elegir y ordenar lo que el ojo ve (la idea del cine-ojo), se generan intervalos que son precisamente los movimientos que existen entre una y otra toma, es decir, mi risa, mi enojo y mi pensamiento como espectador de lo que veo.

     Con el lector de revistas ocurre lo mismo, siempre que las secuencias y las asociaciones visuales y textuales permitan la emergencia de esos intervalos, que bien podríamos llamar intervalos de reflexión.

     Las microtomas de las que habla Vertov son las pequeñas historias que nos revela Transeúnte, y los intervalos son aquellas reacciones que nos provoca, aún en una lectura discontinua. Por ejemplo, podría empezar por leer la revista desde las últimas páginas y la continuidad e intensidad permanecerían, o podría primero leerla visualmente para aproximarme no a la historia literaria, sino a las sensaciones que me provoca, logrando con ello un nuevo resultado.

     Eso nos lleva a preguntarnos qué ocurre con el montaje en Transeúnte, ante lo cual enunciamos a continuación varios aspectos:

- El uso del blanco y negro y el color alternados es una decisión importante. El blanco y negro no sólo es distintivo urbano, sino también una forma de reconocerse dentro de la tradición del periodismo cultural independiente, que enfrenta las restricciones de un medio cada vez más monopolizado y adverso, pero también lleno de inquietudes emergentes. 

    En este sentido, Transeúnte se atreve a reconocer esto y plantearse al mismo tiempo ir más allá con una producción de calidad en diseño y producción, proyectando con ello una imagen contemporánea, alerta a los tiempos actuales.

- El formato es otro acierto plausible. Le otorga fuerza y un gran potencial de exploración al desplegue horizontal, a doble página de la revista. La tradición del comic y el dibujo, tan ricas en nuestro país, que atinadamente elige Transeúnte, representa un buen ejemplo de la riqueza de este formato y de las innovaciones que puede acarrear. Tal como en las calles de la ciudad se actualiza la gráfica popular mexicana, en las páginas de las ediciones independientes se actualizan las producciones de la ilustración y el cómic.

- Las diversidades tipográficas y gráficas, por su parte, ponen en cuestión la idea, casi decimonónica, de que lo estético pasa por lo unitario. Opciones gráficas y fotográficas contrapuestas como el dibujo a lápiz, la tinta china, la infografía, el alto contraste, la fotografía de detalle o desenfocada, encuentran en sus choques constantes la suficiente contundencia para establecer un buen diálogo y una próximidad significativas. La vida urbana es tan diversa en formas y matices como el imaginario pluralista que proyecta Transeúnte. Podríamos decir en este sentido que en conjunto la revista conlleva una unidad distintiva basada en la diversidad.

- En particular me cautiva la fotografía a doble página titulada "Milicos", que plantea un discurso visual muy sugerente de los tiempos actuales. Las texturas de la pared descarapelada, donde aparece el tanque militar forman un mapa que asemeja los continentes del globo terráqueo, logrando así una interpretación del papel que juega la intimidación y el poder militar, en un contexto en el que funcionan como estrategias de los gobiernos para mantener el control social y político. El desgaste de la pared es la punzada que la foto me proyecta, es como el desgaste de las estructuras que sostienen esta estrategia intimidante, que en nuestro país avanza en forma lamentable y sin que aún podamos responder claramente ante ello.

- El equilibrio entre temáticas y géneros en Transeúnte es una cualidad más. Del ensayo a la crónica y a la reflexión personal, lo distintivo es la aproximación al hecho de sentirse nómada y vagabundo en tierra propia, de tal manera que pese a los diferentes estilos y acercamientos visuales y literarios, hay una temática subyacente en toda la revista, que nos confronta sobre la idea propia que tenemos de ser o pertenecer a la ciudad. Esto nos lleva a pensar que la elección de temas de carácter monográfico puede ser una manera muy válida de hablar de nuestro presente y enfrentar los absurdos de los tiempos actuales, que van de lo cotidiano y privado a lo público y político.

     En este sentido, y con ánimo constructivo, considero que Transeúnte requiere, utilizando una metáfora simple, profundizar el filo y la agudeza por las que ha optado. Las temáticas de la revista no por simples son menos importantes; por el contrario, en su aparente sencillez reside su profundo impacto.

     Creo, sin embargo, que la línea editorial debe ser más incisiva y provocadora a la hora de enmarcar estas temáticas. Las imágenes impactantes y violentas parecen ser en la actualidad privilegio de los medios masivos y de la televisión, dejándonos a nosotros una sensación de desamparo e incapacidad de respuesta.

     Requerimos por ello de apropiarnos de nuestra realidad y exponer en la brutalidad de la realidad, la brutalidad de la decisiones que hay detrás de la misma. Quizás sea esta una veta que en algún momento nos exponga a su manera Transeúnte, para contribuir con ello a despejar nuestras mentes, erradicar nuestros miedos y permitir con ello constituirnos de simples citadinos en ciudadanos que sepan elegir y exigir sin el intermedio del poder, de sus estrategias mediáticas y sus tácticas de guerra.

    En las pequeñas batallas cotidianas que expone Transeúnte por una visión de la ciudad diferente y refrescante, encontramos, a fin de cuentas, un camino propicio para rebelarnos de esa guerra a la que nos quieren someter. Bienvenida la apuesta de Transeúnte.

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Jorge Gabriel Ortiz Leroux tiene estudios de Diseño de la Comunicación Gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco 1995-2001. Es Maestro en Artes Visuales, perfil de Diseño y Comunicación, Academia de San Carlos, UNAM. 2003-2006. Actualmente realiza un Doctorado en Diseño, en la UAM Azcapotzalco.
Se ha desempeñado como profesor de tiempo completo de la División Ciencias y Artes para el Diseño, UAM Azcapotzalco. Fue miembro del Consejo de Redacción y responsable de diseño en la revista independiente La Guillotina. Es realizador de los videos documentales Tierna Furia (1995); Fiesta de la Palabra (1997); Trazando senderos, sembrando futuro, (2001); Loxicha, crónica del miedo roto (2002); Libres y locos (2003), Tras la Muerte Viva (2006) y de los cortometrajes El Accidente, Estranguladme!, La Cueva, Dispersión Discordante, y de las piezas en Videostreaming Trayectos al Crepúsculo, Espejo de las Maravillas y Caos, como parte del colectivo DanzaPerra

Ha realizado exposiciones colectivas de arte digital en el Festival Cultural "José María Velasco" de Temascalcingo, Estado de México.1994-1996. Exposición itinerante en varias ciudades europeas del proyecto gráfico Destrozarte de mayo a noviembre de 2001, compuesta por collage digital sobre las expresiones juveniles de finales de los noventa en la ciudad de México. Exposición de fotografía Xantolo, tras la muerte viva, septiembre-octubre 2006, Galería del Tiempo, UAM Azcapotzalco.

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