jueves, 20 de mayo de 2010

Autobiografía citadina - Israel Gallegos

Defectuoso
Ciudadano chilango por selección natural, mexiquense de arraigo. Crecí en el tiempo de la prisa y la producción en serie, en el tiempo del no tener tiempo. Podría medir la vida por traslados, por palabras, por amores-desamores, por historias, voces e imágenes retenidas. Pero mi Ser Urbe es una imagen en el tiempo.

A veces he podido desentrañarme en los demás. Como si mi historia no me perteneciera, me encuentro afuera de mí mismo calcando mis gestos en la muchedumbre. Soy por mucho las historias de alguien más: alguna cifra, algún slogan o algún espacio comercial.

Recuerdo que en mi infancia antes que salir a las calles y encontrar el fin de las banquetas, me la pasé explorando detrás del patio para subir a las bardas de las casas.
 Apenas me equilibraba. Me agazapaba de un árbol hasta bajar al llano de la colonia. Ahí a veces agarraba chapulines o me tiraba en la hierba solitaria y espiaba a otro niño que construía su propia historia. Se podía jugar a cualquier cosa. Sin definición predispuesta el llano tenía una cara nueva cada día.

Pero mi ingreso a la secu me volvió residente defeño. Acá en el sur, no existen espacios para llanos. Se consideran espacios vacíos para rellenar. Ya no se puede jugar a lo que sea, cada lugar tiene sus reglas y su funcionalidad.

Armo mi biografía como quien extiende en el tendedero las imágenes de su vida.

Un desencuentro parental reafirmó mi definición como nativo de la zona conurbada… y conurbé seis años como buen citadino. Ese que se arraiga de un transporte colectivo y migra la vida de norte a sur, de la casa a la escuela, del miedo a perpetuarse como el hijo del zapatero hasta soñar ser alguien importante en la Ciudad.

Desde el ingreso a la carrera universitaria y hasta entonces, recorro defectuoso como si pasara las manos de mi habitación a la sala y del baño a la azotea. Un migrante de sí mismo extraviado en los ladrillos de su casa. Y aunque me cuadre el smog, los claxones y la lluvia ácida: me ancla el norte de la Ciudad. Ahí donde el llano me habitaba cada que el hogar me expulsaba.

En mi desmemoria, esa de recordar a corto plazo para recomenzar el kilometraje diario, me doy cuenta que me he quedado con una instantánea de mi infancia.

Hace apenas unos días inmigré a mi Ecatepec herido para encontrar a unos abuelos incrustados a los muebles de la casa. Al buscarle el fin a las banquetas reconocí al hijo del zapatero regañando al pequeñín futuro zapatero.

Subí a la azotea de la casa y me agazapé a las bardas pero no encontré la imagen de aquel llano necio. Alguien se encargó de llenar los espacios vacíos, alguien se encargó de inmigrar a miles de nuevos defeños en casas de 48 metros cuadrados. Y mi árbol por supuesto ya no existe.

4 comentarios:

Unknown dijo...

me encantó condenadote!!!!! escribes más que de pelos...muy buen producto =D

DANZAPERRA dijo...

uuuoooorale, me gusta!

J.Dario dijo...

Hermano mi sangre, me preocopa que allas aprendido a hablar con nostalgia de la nostalgia,por que los defensores de aquel yano moramos en el y siempre a estado en el mismo lugar.
q en realidad extrabiaste la entrada entre tanto umo citadino
pero en cuanto la encuentres los q te amammos te esperamos

Unknown dijo...

El amargón o Diente de león, es una planta muy conocida, crece silvestre en casi todos los lugares..Muy exacto y tematico en tus vivencias,amoroso y lleno de nostalgias vivas,me produces una sensacion grata muy grata, célebro tus esfuerzos y tu costante discipina.Envio mi comentario envuelto en mi nueva identidad.