viernes, 7 de mayo de 2010

Caricias

 "Se abre el camino. No pase." Foto: almartirios

Mete la mano entre sus piernas. [Sensación deliciosa.] Se muerde el labio inferior. Lo mira sin detenerse, le hace saber que siente y disfruta del tacto. Ahora procura que su rostro no la delate.
Yo lo sé. Desde el anonimato soy cómplice.
Todo se detiene. Abandonamos el vagón. La sigo. Quiero saber qué pasará.
Él se acerca. Le hace una seña con la mirada sugiriendo lo acompañe.
Ella se avergüenza, se asusta. Hasta ahora es consciente de lo sucedido… Gozó de la mano de un extraño. No opuso resistencia, no se molestó, no se negó a ser acosada, no sufrió la vejación desde el silencio. Disfrutó de la falta de respeto, del abuso. Se deleitó con lo prohibido. Degustó la mano que la violentaba, que la complacía.
Ya consciente se aleja, no lo acompañará.
¿A dónde? ¿Un hotel? ¿Una calle oscura?
Todo desaparece. La fantasía se vuelve culpa de tocar sin permiso, de gozar el tacto no solicitado, de deleitarse con mirar lo prohibido.

3 comentarios:

El Tíbiri. Centro de Enseñanza de Baile dijo...

cae exactamente
en la frase: guácala...qué rico

ollin tantzin' dijo...

otra visión de el acoso en el metro, la del placer culposo... que loco siempre me he preguntado por que se hay tanto problema por tocar y tocarse... buen relato, corto, conciso, urbano, impresentable...

Anónimo dijo...

Un relato interesante con un buen giro final. Un buen retrato escrito de nuestra realidad.